Hace dos años escribí este texto sobre Bogotá. Tras regresar este año de Colombia, me sigo llevando la impresión que poco o nada cambia. El rebusque y la supervivencia están arraigados. Y el mundo sigue igual. Bogotá es el espejo de un país contradictorio y hasta surreal. Divertido y peligroso solo para especialistas.
El termino cultura, tiene diversas acepciones, pero
su etimologíaviene del “latín cultivo” que no es otra cosas que “cultivar”; el pensamiento, las
costumbres y las manifestaciones artísticas, religiosas y sociales. Bogotá, es
una metrópoli sudamericana, de más de siete millones de habitantes, con índices
de pobreza, desplazados por la violencia y marginación muy altos, sobrevive
gracias a la cultura en su más amplio sentido.
Cultura popular, reflejada en las calles, en
las personas, en sus gestos y en su lenguaje. Prueba de ello es el excesivo uso de una
jerga para identificarse o denotar su estatus. Dichos y
gracejos, que son cotidianos
en cada ciudadano que habita esta ciudad, lluviosa por estos días. “El que
madruga Dios le ayuda”. Quizá es la máxima de los proverbios, que utilizan a diario los
colombianos y bogotanos, para justificar o reafirmar su vida. “El que trabaja
no come paja”, aplicado en todas las esferas sociales. Inventando verbos como
“chalequear”, “motelear” y cientos de más.
Cerca de las 5 de la mañana o en jornada
continua los ladrones en la calle, en los barrios, en las zonas más oscuras o
en las más relucientes de una ciudad, no paran. Carteristas, jaladores en
el “Transmilleno”, en el microbús o en la buseta; en el café, en el
restaurante, el centro comercial, en el taxi en la esquina o en su misma casa. Ojo con el "paseo millonario" la escopolamina o el "viajao". “Ladrón
que roba a ladrón tiene cien años de perdón”. “No dé papaya, mijo”.
El sentido absurdo de la seguridad que el ex
presidente Uribe pregonaba al querer militarizarla, sin pensar que debería educar en valores, en el respeto, en
la igualdad o en la tolerancia. Una mega ciudad encerrada por morros y
montañas, plagada de un verde maravilloso que
cada vez es más deforestado por construcciones y edificios de apartamentos.
Donde cada día el aire es más tóxico. La
polución, la contaminación lumínica y el
ruido exasperante hacen el miedo se convierta en patología de los dichos. “Soldado
advertido, no muere en guerra”, o “El que a hierro mata a hierro muere”. Como si la
vida tuviera valor, en una metrópoli agresiva por naturaleza, con marcadas
diferencias; elitista, clasista, empezando por sus estratos del 1 al 7 que no
hacen más que condicionar a unos y relegar a otros. Te miden por el barrio
donde vivas o incluso te estigmatizan por la universidad que hayas estudiado o
no. Aquí no te preguntan cómo te llamas, sino a qué estrato perteneces.
Según una encuesta Ipsos del año pasado el 82%
de los ciudadanos considera que el principal problema de Bogotá es la
inseguridad y la violencia. La movilidad, que a simple vista debería ser la
gran preocupación, solo reúne a un 30% de los consultados. En el 2012, la tasa
de homicidios por cada cien mil habitantes dio un salto de más de tres puntos:
pasó de 20 a 23,4. Así mismo, delitos de alto impacto como el hurto a personas
y el de vehículos, residencias y establecimientos causaron grandes traumatismos
en la ciudad. Y ni hablar de la delincuencia juvenil.
Algunas investigaciones hechas por la Corporación
Nuevo Arco Iris en
los últimos dos años han mostrado que alrededor del microtráfico se han
organizado siete 'ollas', o estructuras criminales, en lugares claves de la
ciudad. Las más visibles están en Kennedy, Suba, San Cristóbal, Ciudad Bolívar
y Barrios Unidos. Además del 'narcomenudeo', estas fuerzas controlan la
extorsión, el asesinato por encargo, las redes de prostitución, los juegos de
azar y las diversas modalidades de hurto.Pero Bogotá es el reflejo de muchas ciudades, donde predominan los vendedores ambulantes, los niños mendigando, las niñas prostituyéndose, los ancianos rebuscándose y un sin fin de personajes que sólo buscan la superviviencia. Claro, estan los que tienen todo, el poder, el dinero y los escoltas. En Colombia, el 10 por ciento de los hogares con mayores recursos percibe más del 40 por ciento de los ingresos laborales, mientras el 90 por ciento obtiene el 60 por ciento restante. Según un informe de Riesgos Globales en 2014.
La otra cara
Pero no es esa la verdadera capital de Colombia, considerada
hace mucho como “la Atenas sudamericana”, y aún hoy no está lejos. Sus últimos
gobernantes, han apostado por una cultura ciudadana amplia, en diversos
sentidos, con participación internacional de artistas, intelectuales,
cantantes, personajes del fútbol o en general gente que en otros tiempos se
pensarían venir a esta ciudad con temperatura de 12° a 15°, en promedio y un
poco gris casi siempre.
Adela Donadío, Subdirectora de Escenarios del Instituto Distrital de las Artes
Idartes, de la capital, cree que “desde hace
varias décadas la ciudad ha construido su vida cultural, no sólo
nacional sino internacional, es una ciudad que tiene variedad de propuestas,
teatro, conciertos, entretenimiento para todos, algo como que ´hay gente para todo´. El Idartes, ha
revitalizado sus cinco escenarios públicos y les ha dado otro significado. La
cultura moviliza a la gente”, dice.
Recientemente la Feria del Libro, en su XXVI
edición, cerró con 10% más de visitantes, algo comparado con grandes eventos
como la Feria de Guadalajara o la de Frankfurt. También fue muy comentado en el
mundo el Festival Internacional de Música, “Bogotá es Beethoven”, durante
cuatro días se ofrecieron un total de 56 conciertos y reunió a más de 420
artistas de todas las latitudes. Además las entradas no superaban los 10.000
pesos, (5 Euros). Algo impensable en Madrid o París. Hace unos días estuvo Pep
Guardiola ofreciendo una conferencia o Paris Hilton, inaugurando una tienda de
moda.
Pero “La nevera”, como le dicen algunos por su
frío y pertinaz lluvia es una urbe contradictoria y hasta subliminal. Una ciudad a
veces triste, ruidosa y estresante pero encantadora, para algunos. Dice un
vendedor ambulante de los miles y miles que proliferan por las calles o en el
transporte público, que la magia de Bogotá esta en cada rincón, en sus zonas de
ocio o en los miles de lugares, discotecas, bares, cafés y “tiendas”, en donde la gente se reúne para
conversar, bailar o escuchar su música preferida y compartir una o varias cervezas
al ritmo de éxitos cuestionados y muy dicientes de la música
popular machista y más agresiva –“pa´las que sea”, que es algo así como para lo que
haga falta--, que se conozca después de los narcocorridos mexicanos.
Pero si hay algo que reivindique de verdad a
está paradójica ciudad, es el afán de creación y de alternativas por parte de
grupos juveniles, Organizaciones no gubernamentales o simplemente ciudadanos
del común que ven cómo sus ciudad se convierte en un “sin vivr”, por culpa de
los políticos, la corrupción y un conflicto que tiene el lastre de ser el más antiguo
del mundo.
En la zona de Chapinero, existe un espacio cultural reconocido como Latino Power, en donde jóvenes de diversas clases sociales se reúnen
para cantar, grabar, exponer o reivindicar sus valores y su esencia. Para Alix
Lesmes, abogada y una de las fundadoras; “Queríamos un espacio para hacer yoga,
para pintar, para el arte, para la música pero para nosotros. Primero lo
intentamos con Piso 3, allí fue difícil, la policía nos allanó el lugar y nos
tildaron de pertenecer a las Farc. Desde el 2000 estamos con Latino Power,
gracias a unos amigos ingleses nos ganamos un estudio de grabación, el cuál
usamos con los grupos que vienen al lugar. Ya hemos grabado varios artistas de
Hip hop, Harcore, Metal, Rap, Funk,
Cumbia y música tradicional. Hacemos conciertos cada fin de semana con grupos
alternativos nacionales e incluso con artistas como Fermín Muguruza, entre otros”. Alix como sus
socios se considera de izquierdas y eso le permite que su espacio sea un punto
de encuentro. “Todo para nosotros es político, yo no pinto pero soy un ser
político, ninguno de nosotros cuatro, es artista, pero la idea era tener un espacio
libre”, puntualiza. Precisamente un espacio en donde más de 40 jóvenes se
reunieron para organizar la
marcha mundial contra la prohibición de la marihuana que se realiza este sábado en varias
ciudades de Colombia.
En definitiva, si usted tiene pensado venir a
Bogotá, no lo dude, es un desafío que lo puede sorprender. Eso sí, tenga
presente que aquí funciona el lenguaje de doble connotación. Cuando le digan
que “no dé papaya”, no dé oportunidad. Y si la da, querrá decir que a “papaya
puesta, papaya partida”, aproveche y disfrute.
Y si lo invitan a “echarse unas pocholas o guaros”, es decir a beber, una cerveza o aguardiente, vaya
siempre seguro con sus “parces”, -amigos--. Si lo roban o le pasa algo, seguro
que jamás olvidará que dio “papaya”, es
decir estará “pailas” o sea jodido pero
contento o no.
Rafa Cely Ulloa
Divulgadormultimedia.blogspot.de
Fotos Colombianadas
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen
Ánimate y escribe lo que quieras con respeto y libertad. Sacar afuera lo que tienes dentro como la primavera.