A poco tiempo de celebrarse una edición más de Eurovisión y con lo agitado que está Europa con la intolerancia y el radicalismo, recordamos a una heroína de los derechos a la diferencia. Conchita Wurts. Su triunfo del año pasado es
algo más que una extravagancia travestí y provocadora. Es un acto político.
La
sociedad no deja de sorprendernos. Umberto Eco afirma que “en el mundo del
mañana, lo desconocido, si todavía queda algo, estará solamente más allá de las
estrellas”. Sin embargo no se debería
perder esa capacidad, para bien o para mal, es inagotable y más ahora que existe internet
.Prueba de ello, la conmovedora historia
de Thomas Neuwirth-Conchita
Wurts, quien reivindica su legítimo derecho a Ser.
Hace
unas semanas en Copenhague, Conchita Wurts, ganó el 59 Festival de Eurovisión y su
triunfo se convirtió en una proclama. Un simbolismo en toda regla. Al margen de
diatribas sobre su forma de cantar, de vestir,
sus orígenes o su inclinación sexual, lo que hizo Conchita Wurts no fue más que propinar una bofetada a los homófobos,
discriminadores, a los opresores, a los machistas, a los violentos, a los intolerantes,
a los hipócritas, a los sorprendidos o no.
Cuando
en Europa se discute cómo frenar el racismo en el deporte y las víctimas se comen los plátanos en forma de protesta, cabe una anti-heroína como Wurts. Y es que no hay que ir muy lejos para
percibir el tufillo a xenofobia, exclusión, homofobia y demás calamidades del viejo
continente para saber que ha nacido una defensora de los marginados.
Conchita Wurts, definida por su alter ego Thomas Neuwirth, como una mujer barbuda que aparece en 2011, su madre, una
actriz colombiana que le puso el nombre de Conchita para honrar a una pariente
barbuda. Nada que ver con el mito de Julia Pastrana. En su biografía oficial asegura que hay "dos corazones"
latiendo en su pecho que "son un equipo trabajando en
sincronía". Conchita existe como
"una declaración de intenciones en busca de la tolerancia y la aceptación:
no trata sobre las apariencias, sino sobre el ser humano". "Todo el
mundo debería vivir su vida como quiera", afirma.
Necesitamos
más Conchitas, con o sin barba, más determinación, más activismo social, más
lucha, más hechos y mejores dirigentes. No basta con crear leyes, hay que
aplicarlas y respetarlas en igualdad, considerar la diferencia. No basta con
votar un partido que promete y otro que borra. Conchita es una advenediza que
representa los valores de los excluidos, de los olvidados, de los que no tienen
voz. Los innombrables.
Tanto
así que después de coronarse ganadora con la canción más popular de Europa
dedicó su hazaña a "quienes creen en un futuro sin discriminación":
No fue un triunfo solo para mí, sino para la gente que cree en un futuro que
funciona sin discriminación, basado en la tolerancia y el respeto», explicó
emocionada de regreso a Viena.
Conchita
Wurts, es una luchadora al margen de su alter ego, ella ha sabido entender que
el mundo necesita de sorpresas, de golpes
de efecto para que se reconozca a los débiles a los menos favorecidos a
los segregados por su raza, por sus orígenes, por su religión o por su sexo,
como ella; homosexual por derecho y gusto. No sé si Conchita podría vivir en Colombia, porque es muy probable que la rociarán ácido en la cara; en Kenia sería criminalizada; en Rusia la arrastrarían
de los pelos por las suntuosas calles de Moscú. En la ex República Soviética se
odia tanto que la homosexualidad es una ofensa nacional. Eso existe y cuesta no
sobresaltarse en el siglo XXI.
De
igual manera el algunos países del Este como Bielorrusia y Ucrania circularon
peticiones de protesta por la participación de Conchita Wurst en Eurovisión, y
hubo un perfil de Facebook con más de 32 mil firmas pidiendo su exclusión, desconcertados
se quedaron al ver que no fue así, al final se premió su talento y
autenticidad. Mientras en Austria estaban orgullosos por el ejemplo de tolerancia
y visibilidad de los gays.
Justamente,
la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays,
Bisexuales, Trans e Intersex, ha
denunciado que en 78 países la homosexualidad es ilegal. En Irán, Arabia Saudí,
Yemen, Mauritania, Nigeria y Somalia, suele penarse con la muerte. En el
documento titulado "Informe sobre Homofobia Patrocinada por el Estado” se
destaca que Europa es la región del mundo donde los derechos de los
homosexuales son más atendidos, y sólo el norte de Chipre prohíbe las uniones
del mismo género. Mientras tanto, en Latinoamérica el problema mayor al que se
enfrentan los homosexuales es la violencia; Debido a que la homofobia no está
legislada, la mayoría de crímenes y actos ilegales quedan impunes. En lo que
respecta a Asia, el cincuenta por ciento de los países del continente
criminalizan la homosexualidad, y en aquellos países en los que no se prohíbe,
hay escasa libertad de expresión y manifestación pública.
Precisamente
Conchita defendía su derecho y el de las
personas a elegir su orientación sexual: "En América hay muchos niños que
se suicidan por el acoso que sufren cuando se sabe que son gais. Yo no. Yo
quise hacer un show y me ha salido muy bien. No soy travesti. Soy un hombre
gay, un artista que creó un personaje que le ha gustado a mucha gente por su
originalidad y su sex-appeal (…)", dijo en una entrevista televisiva.
La transgresión de
Conchita surge
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